domingo, 15 de octubre de 2017

La anorexia y yo.

           Estaba caminando por el pasillo de la escuela, no podía evitar preocuparme por lo que los demás pensaban. Sentía que todas las miradas se enfocaban en mí. No paraba de pensar en mi físico, en mi pelo, en cada detalle de mi cuerpo. Yo sabía que estaba gorda.
           Al llegar a mi casa, enojada conmigo misma,evité a mi familia y entré a mi cuarto dando un fuerte portazo. Con lagrimas en los ojos me empecé a mirar en el espejo y a observar los talles de mi ropa.
          Mi mamá entró en el cuarto para preguntarme qué me pasaba, pero yo lo único que hice fue gritarle cuánto la odiaba. Ella no tenía la culpa,pero me descargué, ella no me entendía. Por días no comí nada.
           Yo no podía parar. ¿Qué iban a pensar de mí?. Algunas veces no comía ni tomaba nada, pero seguía gorda.
            Días mas tarde mi familia decidió llevarme a un hospital para gente con problemas alimenticios y , gracias a eso, ya no me importa lo que los demás piensen. Ya estoy mejor.

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